LEYENDO SOBRE LAS BUENAS MANERAS SE PASAN LAS HORAS VOLANDO

 

     



     Soy una entusiasta de los libros de buenas maneras, cortesía…. o cómo queramos llamar al arte de relacionarnos educadamente los unos con los otros. Me gustan por lo que se escribe en ellos, también por lo que expresan acerca de la época en la que son publicados: el título escogido, la distribución de los contenidos en capítulos, los ejemplos… son sintomáticos de los valores y principios del momento. Veamos algunos.

 


     El Manual de la Urbanidad y del Decoro o Reglas y Consejos para bien parecer en la Sociedad es un librito que fue editado en Barcelona en 1830, siendo rey Fernando VII. De su autor solo conocemos las siglas (D.F.A. y G.) por lo que suponemos fue una obra de encargo, quizá del impresor Juan Francisco Piferrer. La obra está estructurada en cinco partes en las que se van desarrollando diferentes aspectos. Por ejemplo, con la urbanidad relacionan el respeto a los ancianos, también la locuacidad o timidez. En cuanto al decoro, comprende temas muy diversos, como el vestido, el viaje “en diligencia”, el juego y la actitud en los espectáculos públicos, en donde el autor aconseja que se guarde “la mayor reserva …para no incomodar a los que se hallan más inmediatos, y un profundo silencio cuando están los actores en escena, para no distraer a los que toman interés en la pieza que se representa”. Toda una lección de comportamiento en eventos públicos, que hoy sigue siendo de utilidad.

     Enciclopedia de la Educación y mundología fue publicado en 1957 y su autor es Antonio de Armenteras. El libro está repartido en ocho capítulos dedicados a temas tan diversos como “Educación y matrimonio”, “Distinción, presentación, señorío, elegancia”, “Comunicación de la persona con sus semejantes” y “El arte de viajar”. Se trata de un completo manual de protocolo social, que intercala entre los textos modelos sencillos de invitaciones, tarjetas de visita y minutas de menús. Los dibujos que introducen los capítulos son deliciosos y los textos, amenos, con frecuentes referencias a autores y personajes históricos.

     ¡Muchas de las afirmaciones contenidas en el libro pueden ser hoy motivo de escándalo público! En el capítulo V, dedicado a la comunicación, se escribe que “El hablar por los codos debe ser únicamente privilegio femenino. Aunque sea una lástima que mujeres encantadoras hablen de lo que no entienden, en ellas la charlatanería tiene disculpa, en los hombres jamás”. Podríamos añadir muchos ejemplos y todos insisten en el papel secundario, débil y dependiente que la sociedad de entonces reservaba a las mujeres, por oposición al del hombre, que, en palabras del autor, “debe oler a limpio, a jabón, o a colonias frescas, cargadas de alcohol y con aromas de limón”, pero no a perfume, pues “nunca un perfume será lo suficientemente viril para poder ser usado por un hombre”.


 

     El siguiente ejemplo es Manual de las buenas maneras, de Ángel Amable. Dispongo de una edición del Círculo de lectores, del año 1991. Los capítulos están dedicados a los mismos temas y sus títulos son más sencillos, por ejemplo: “Ceremonias”, “Reuniones sociales”, “De viva voz”, “Los modales en la mesa”. En el penúltimo, titulado “Algunas notas acordes con los tiempos” se ofrece una larga lista de consejos por orden alfabético, dedicados a temas tan dispares como los animales, los árabes, los guardias, los homosexuales, la mili, el peluquín y las zapatillas. ¡Son muy curiosos! Por ejemplo, en el tema de “solteros empedernidos”, leemos que “Antes eran gentes que no encontraban marido o esposa. Ahora son fruto, muchas veces, de una elección madurada y personal. Respétela y no intente hacer de casamentero. Eso sí, no invite nunca a un soltero solo a una cena de parejas. Si lo hace, invite también a una soltera”.

     Del Tratado de las Buenas Maneras Alfonso Ussía vendió miles y miles de ejemplares, tanto en su primer tomo (editado en 1991) como en el segundo (1994). El primero lleva por subtítulo para que no sea usted un cursi ni un hortera y va mucho más allá de un manual de cortesía social, ironizando sobre muchos nuevos hábitos que estrenaban los españoles de la década de los noventa: comían más marisco, por lo que Ussía recomienda naturalidad y nunca alabarlo mientras se come; muchos se habían convertido en “ejecutivos agresivos” que practicaban jogging en chandall, tuteaban a curas y monjas y usaban “bañador” en vez de “traje de baño”. El segundo comprende consejos dirigidos a los “esnobs y los tontos que alucinan mogollón” con las novedades de la época. Más de un lector se habrá sentido incomodado si ha puesto a sus hijos nombres como “Vanessa”, “Thania”, “Natacha”, “Amnistía” o “Mark”, si suele hacer carantoñas con la pareja en público, usa zapatos de rejilla en verano o dice que “va al váter a hacer de vientre”. Los libros vienen además acompañados por ilustraciones de dos grandes artistas: Antonio Mingote y Barca, así que resultan agradables y entretenidos a la vez.

 


     Escojo como último título el libro escrito por Carla Royo-Vilanova La sencillez del saber estar y publicado en 1999, que incide en la importancia del respeto a los demás y la ausencia de estridencias. La autora ofrece consejos sobre el comportamiento en diferentes eventos sociales y profesionales e insiste en que lo importante es actuar sin afectación. Todo debe fluir con naturalidad, de esa forma se conseguirá ser elegante, esa es su filosofía. No lo tengo en casa, pero existen ejemplares en muchas bibliotecas públicas.

     


 

Leer, consultar o, simplemente hojear libros de esta temática es entretenido y además, siempre podemos aprender algo más sobre ese difícil arte de las relaciones sociales, que es mucho más complicado de lo que parece.

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