¡Vamos a más!
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Este
año pude disfrutar de los Premios… desde el salón de mi casa. Sabía que iba a
ser una experiencia placentera y enriquecedora. No pude evitar, sin embargo,
hacer un análisis de los diferentes elementos que confluyen en el acto.
ESPACIOS
La ceremonia se desarrolla en el Campoamor, pero se inicia en el hotel de la Reconquista, de donde salen los premiados y la familia real -además de las autoridades y otros invitados-. Tras las obras de reforma finalizadas hace poco tiempo, luce una imagen más sobria, con predominio de los tonos lisos y oscuros. Impone el aspecto del edificio, sobre todo, el escudo que reproduce el original, de estilo barroco.
He
apreciado un aire más teatral en la escenografía de la ceremonia, con
protagonismo de los tonos azulados, roto por los colores de las banderas.
LA
IMAGEN PERSONAL
Me
ha gustado el momento de la llegada de los representantes de Magnum: fresca, alegre,
dinámica, muy corporativa. ¿Veremos las fotos que hicieron mientras entraban?
De
los hombres poco puedo comentar, sí de las mujeres. Como todos los años, tenía
cierta intriga por ver la imagen de la reina. ¡Esplendorosa Letizia! Precioso el
vestido negro e ideal la combinación con esos zapatos de medio tacón, más cómodos
que aquellos tan altos a los que nos tenía acostumbrados. En cuanto a la
princesa de Asturias, ya va tomando esencia de mujer en el porte, la
indumentaria y la mirada. La reina Sofía, elegante y sobria. Vimos planos
cortos de Candela, la esposa de Serrat y de Ana Belén, ambas vestidas de negro.
CEREMONIA
Se
ha perdido un poco de solemnidad en la entrada de los premiados en el teatro.
Convendría aumentar un poco más las distancias para generar un espacio más ordenado
-si es que sigue interesando transmitir la atmósfera solemne-. Cuesta creer que
después de tantas ediciones, se siga produciendo algún titubeo acerca de la
posición para la foto. Las banderas conservan su posición y papel protagonista
en la imagen del escenario.
El
tiro de cámara ha evitado incluir la presencia de Adrián Barbón, presidente del
Principado de Asturias y vicepresidente de honor de la Fundación. Tampoco se le
nombra -salvo en algún saluda-convirtiéndose prácticamente en una figura
impuesta por el protocolo, sin ningún papel activo, más allá de su compañía en la mesa.
El
predominio de tonos fríos no implica, para nada, la pérdida de temperatura. El
acto respira emociones positivas, esperanza y confianza en los sabios que
reciben sus galardones.
El programa de la ceremonia mantiene su estructura tradicional: llegada y entrada de los galardonados y de la familia real, discurso de la presidenta de la Fundación, discursos de galardonados (Ana Blandiana y Michael Ignatieff), episodio de la entrega de premios, discursos de Marjane Satrapí y Serrat, y actuación de este, discursos de la princesa y el rey, fin de la ceremonia, himno.
DISCURSOS
Los
discursos tienen una duración de 3-4 minutos y por lo general, son pequeñas
joyas de comunicación. Los contenidos que más nos han llamado la atención son
los siguientes:
Ana Blandiana habló de Platón y la poesía. ¿Puede
la poesía salvar al mundo? En sus libros cuenta el dolor de los prisioneros en las
cárceles rumanas durante la dictadura comunista, y como fueron capaces de convertir
la poesía en un arma contra la tortura, identificar la poesía como un arma de libertad.
Michael
Ignatieff utilizó la parábola del erizo ¿Nos identificamos con la tenacidad del
erizo o con la astucia del zorro? Él se define como un zorro que siempre deseó
ser un erizo y confiesa que el premio más importante en la vida es no ser
libre, sino merecerlo.
Marjane
Satrapi habló de ética, civismo, compasión y bondad. También definió quién no
merece llamarse humano: aquel indiferente al dolor de la humanidad. Fue un
discurso de tono pesimista.
Y
Joan Manuel Serrat habló desde el corazón, de diálogo, libertad, justicia y
democracia. Siente desazón ante el tiempo que le toca vivir, al que considera
insolidario y hostil.
El
discurso de la princesa de Asturias fue el último de la primera etapa: a partir
de la próxima edición, se encargará de glosar las figuras de los galardonados. Sus
palabras fueron, como es lógico, un canto a lo bello de la vida, puesto que los
galardones contagian los sentimientos positivos y son, según sus palabras “un
billete para el tren de la esperanza”.
En
cuanto al discurso del rey, fue muy sentido y personal. Aludió a esas “Vivencias
asturianas” de las que disfrutan cada año, que forman parte de la pequeña gran
historia de la Fundación. Puso en evidencia la importancia del respeto a la
dignidad de todo ser humano, la importancia de evitar aquellos que no se
comprometen a la búsqueda del bien común.
Y
tras los discursos, el himno de Asturias ejecutado por la banda de gaitas, la salida
de los galardonados y corrillos finales. Todos los años se repiten y cada año
repiten los mismos movimientos.
Para
terminar…
¿Qué
me ha gustado menos? Me dio la impresión de que doña Sofía estaba un poco “de
más”, incluso se la veía bastante despistada y un poco insegura.
¿Qué
me ha gustado? La atmósfera entrañable y cariñosa que se respira en las calles
y en el interior del teatro.
Sobre todo, da gusto ver las calles, percibir la entrega de los asturianos, que sienten la fiesta como propia. Que así siga siendo muchos años y que la Fundación nos siga deleitando con esta ceremonia maravillosa. ¡Gracias!
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